Año Nuevo Astrológico

Año Nuevo Astrológico

En el antiguo Egipto, el año nuevo comenzaba en el primer día del mes de Thout, que caía alrededor del 19 o 20 de julio en el calendario juliano. Este mes era considerado sagrado y estaba dedicado al dios Thoth, el dios de la sabiduría y la escritura.

El calendario egipcio originalmente constaba de doce meses de 30 días cada uno, para un total de 360 días en el año, más cinco días adicionales al final del año, que se llamaron “días epagómenos”. Estos días no pertenecían a ningún mes y se consideraban días de celebración dedicados a los dioses Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis.

Con los días epagómenos incluidos, el calendario egipcio tenía un total de 365 días y se ajustaba con alguna diferencia al ciclo solar. Este calendario se utilizó durante muchos siglos en Egipto y en otras culturas como los romanos y los griegos.

El uso del solsticio de primavera en el hemisferio norte como inicio del año calendario en Occidente se remonta a la época de los antiguos romanos, quienes lo utilizaron en su calendario pre-juliano. Este calendario romano originalmente tenía diez meses y comenzaba en marzo, el mes en que se producía el equinoccio de primavera en el hemisferio norte.

Sin embargo, en el año 45 a.C., Julio César introdujo el calendario juliano, que establecía el 1 de enero como el inicio del año nuevo. Aunque el equinoccio de primavera seguía siendo importante para los romanos, el cambio al inicio del año nuevo en enero estaba destinado a honrar al dios Jano, el dios romano de los comienzos y las puertas.

A pesar de esto, el uso del equinoccio de primavera como inicio del año continuó siendo importante en muchas culturas y en algunos casos se mantuvo en uso incluso después de la introducción del calendario juliano. En la Edad Media, por ejemplo, algunos países europeos, como Inglaterra, celebraban el Año Nuevo el 25 de marzo, el día de la Anunciación de la Virgen María, que caía cerca del equinoccio de primavera.

Julio César encargó a Sosígenes, un matemático y astrónomo egipcio, que desarrollara un calendario más preciso basado en el ciclo solar. Sosígenes propuso un calendario de 365 días con un día adicional cada cuatro años (un año bisiesto) para ajustar el calendario con el ciclo solar.

Julio César aprobó el nuevo calendario y decidió que el año comenzaría el 1 de enero en lugar de en marzo, como lo había hecho el calendario romano anterior. La razón de este cambio fue que en la época de Julio César, el calendario lunar no se ajustaba bien con el año solar, lo que hacía que las estaciones y los eventos religiosos se desplazaran hacia atrás en el calendario a través de tiempo. Al cambiar el inicio del año al 1 de enero, se aseguró de que el solsticio de invierno estuviera cerca del inicio del año y que el calendario se ajustara mejor al ciclo solar.

Este calendario, conocido como el calendario juliano, se convirtió en la base del calendario occidental y se utilizó en Europa hasta que fue reemplazado por el calendario gregoriano en el siglo XVI.

El calendario gregoriano comenzó a implementarse en 1582. Fue introducido por el papa Gregorio XIII y su nombre es en honor a él.

La razón principal de la implementación del calendario gregoriano fue la necesidad de corregir el error en el calendario juliano. El objetivo de esta reforma era corregir la inexactitud del calendario juliano, que tenía un desfase de unos 11 minutos y 14 segundos cada año en relación al año solar, lo que generaba un desfase acumulado que afectaba el cómputo de las estaciones y las festividades religiosas.

Para solucionar este problema, el papa Gregorio XIII decidió eliminar diez días del calendario para ajustarlo al ciclo solar y también estableció que los años bisiestos no deberían incluirse si el año no fuera divisible por 400. Es decir, se agregó un día extra en febrero cada cuatro años, como en el calendario juliano, pero se eliminaron los años bisiestos que caían en los siglos no divisibles por 400, como 1700, 1800 y 1900, para reducir la discrepancia entre el calendario y el año solar.

En conclusión, el ciclo solar es el factor que determina nuestra división del tiempo, incluyendo las faces de la luna para coincidir con las celebraciones religiosas de la antigüedad.

Desde el punto de vista astrológico sigue siendo el solsticio de primavera en el hemisferio norte, la fecha de comienzo del año, el cual se da con el ingreso del Sol al signo de Aries.
La primavera es época de renacimiento, de procreación, resurgimiento de la naturaleza y el aumento de las temperaturas, dejando atrás las inclemencias del invierno y todo lo que eso implica.

En el cuerpo humano, Aries se identifica con la cabeza y tiene mucho más sentido que así comience el año y no durante el Sol transitando el signo de Acuario correspondiente al 1ro de enero, el cual se identifica con los tobillos y las piernas.

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